Y en la esquina rota... la Primavera de los Perdedores. Se marchitará la rosa, vaticinaba el juglar, y ya la rosa está marchita. Ah, los tardíos tranvías que se han perdido en las góticas ciudades, los implacables barrios ferroviarios que se han alzado en los antiguos cruceros, las frescas canciones libertarias que vienen con los vientos frenéticos del sur.
¡La tristeza de los perdedores, la morbosa primavera de los perdedores! He hablado con ellos en la taberna y en la calle y en la plaza del Mercado y están tristes, están tristes porque el Espíritu Objetivo les ha dicho que habían hecho mal al abrazar la política que no tenían que abrazar, el Espíritu Objetivo les ha dicho que no perdona a quienes adoran a muchos espíritus diferentes, están tristes por el castigo que han recibido por haber adorado a tantos dioses falsos. Y por eso, porque los bosques no les han dejado ver el árbol, porque los bosques de la Europa Monetaria y Moribunda, las selvas de la Crisis Económica , la Crisis Ideológica y la Crisis Filosófica no les han dejado ver el Árbol del Conocimiento y de la Vida que se alza con su luz frutal en cada eterna primavera.
He hablado con ellos y reconocen que la respuesta ya no está en el viento, ni siquiera en la voz beat de Bob Dylan, que acaba de cumplir setenta años y anda buscando su cadáver por la China consumista. La respuesta estaba antes en el viento, sí, que también es una manera de estar en la Nada del mundo. Mas ahora la respuesta, la voz de la protesta, está en los purgatorios del barrio y los geranios, en los entresuelos de la utopía grasienta y callejera, en los sótanos y acampadas de la realidad imaginaria, electrónica e intercontinental.
Se marchitará la rosa, les pronosticaba entonces el juglar, y en verdad que a la rosa hace tiempo que se la ha despojado de su jugo y su frescura. ¡La marchita rosa de los perdedores! Después de años al sol, habrán de volver a penetrar en las negruras donde yacen resplandecientes trozos de metal humano, salarios exiguos, viviendas y barcas aplastadas, espinazos doblados por la desesperación. Ah, la rosa hecha trizas contra el muro de los desengañados, de los indignados, de los desencantados...
He hablado con ellos y reconocen que tendrán que aprender a vagabundear por la tristeza, a recorrer con valentía el largo inventario de la derrota. Porque se les consumió el agua, a su visión le queda grande el nuevo mundo, la soberbia está llena de rosas ajadas. No obstante, y como ya anunció el poeta, la tristeza “no es penuria ni abismo ni fracaso”, y hasta puede ser el “prólogo feraz” de una osadía que haga renacer... quién sabe, tal vez una tercera, más pura y más rotunda rosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario