LA VARA MUNICIPAL


Por aquí la primavera, con sus catalpas y cerezos impúdicos, continúa poniendo en vilo al vecindario, que apenas duerme con el asunto de la crisis consistorial, vaya vara que nos estamos dando, compañeros


tarde o temprano tiene que aparecer el alcalde, el elegido que dé sentido común a la locura democrática de todo el municipio

los barrios ferroviarios se hacen cruces preguntando qué será de sus árboles y sus gatos sintecho y esos vagones infelices durante el durísimo cuatrienio que les espera

salga el nuevo alcalde por el agujero de la izquierda o por el boquete de la derecha, ya dicen los jubilados del parque del Plantío que de ningún modo acabará solucionando sus problemas sexuales


lo mismo dicen los jubilados del parque del Temple y las verduleras de la plaza de Abastos, y añaden que no importa que haya que esperar hasta la entrada del verano, pero que en la elección de alcalde predominen las corduras y no se acabe dando la nota a escala nacional, ustedes ya me entienden

los barrios menestrales del oeste se consideran con derecho a pedirle humildemente que durante los cuatro años de rigor reciban un poco más de belleza arquitectónica


salga ese reverendo regidor por arriba o por abajo, por el noroeste o por el sur de la masa ciudadana, tenga presente siempre que los pasos de cebra, los pobres jardines del barrio y los haces de luz en las noches sin luna no son imaginarios

las mercerías alicaídas del centro, las viejas zapaterías, los quioscos, los bares desconchados de la nostalgia, ya reclaman con el ceño fruncido el gran respeto municipal que siempre han merecido

salga elegido de un modo inopinado o bien sensata y racionalmente, el nuevo alcalde con su vara y sus ministros tengan muy presente que no son sombras ni cuadros imaginarios las asociaciones de vecinos, los peligros de las escombreras en los arrabales, las casas de antes de la guerra civil a punto de desplomarse, los gritos de los puentes del ferrocarril, las grietas de los puentes sobre el Sil, las ácidas literaturas del suburbio


por aquí la primavera tiene al vecindario en un puño, la primavera siempre pasa corriendo más deprisa de lo necesario, de modo que, salga elegido igual que un funambulista o que un artista del hambre, no debería el nuevo alcalde considerarse como el ciudadano con más potencia político-sexual de todo el municipio... Y ni por sueños piense erigirse una estatua, estaría bueno.


CAZADNOS LAS ZORRAS



No me fío de las encuestas sobre las buenas o malas intenciones de los votos,
no me fío desde hace algún tiempo ni de mi propio corazón,
no me fío del programa del partido popular,
tampoco me fío de las mujeres que leen en los parques públicos novelas históricas,


ni me fío de los cuentistas y poetas que declaran públicamente en los cafés sus ideales izquierdistas,
no me fío de los peregrinos que atraviesan la ciudad sin tomar una sola gota de alcohol,
no me fío de las hermosas azafatas que acompañan en los mítines a los bravos candidatos,
tampoco me fío del programa del partido socialista obrero español,


no me fío de los que comulgan con ruedas de molino municipal sin previa confesión de sus orígenes,
no me fío de esos curanderos que afirman curar la impotencia sexual,
no me fío de los mendigos que piden soles más puros a la puerta de los supermercados,
no me fío de los MIEDOS de comunicación nacionales,
tampoco me fío del partido por la unificación de los pendejos,


ni me fío de los programas de los honrados ‘vecinos’ y ‘ciudadanos’ de mi ciudad,
no me fío de quienes sostienen que los más bellos versos social-surrealistas pueden servir para acabar con la degeneración de los políticos,
ni me fío de los abstencionistas con barba que pasan de los cincuenta y cinco años,
no me fío de los artistas jóvenes que se llenan la boca de esparadrapos para reclamar menos iva cultural,
tampoco me fío del programa de los excomunistas y los exsocialistas,


ni me fío de los grafiteros de mi barrio que apuntan sus pistolas contra la angustia existencial,
no me fío de los ecologistas que defienden los derechos de los mirlos y los sauces,
ni me fío del sensato programa de los bercianistas,
tampoco me fío de esas enormes amapolas que enseñan su pubis junto a las vías del tren,
no me fío de los hipsters que llevan tatuados en la frente ángeles con boina,
no me fío ni de los bancos de alimentos,
ni me fío del programa de las monjas activistas respaldadas por el papa,
no me fío de esos jodidos humoristas que también hacen reír a los detractores del carbón,
no me fío de esas valkirias ultracatólicas que exaltan nuestros folklores y aborrecen la buena poesía radical,


no me fío últimamente ni de mi propia conciencia, tal vez la tenga lastimada de tanto caminar por los fuegos de los cafés, todavía ayer más de una hora detenida en esos versos del cantar más bello de la literatura universal, el CANTAR DE LOS CANTARES, “Cazadnos las zorras, esas raposas que arrasan los viñedos; que nuestra viña ya está en flor”...


BARRIO NUESTRO DE CADA DÍA


      Barrio nuestro que estás y no estás, que de milagro figuras en el último callejero de la urbe, en esta esquina del sur que respira dióxidos de abandono, y que con alma de amapola vas tirando


   glorificado será tu nombre en estos días de exaltación electoral, tu nombre de santo y obrero que atraviesa las vías y los puentes del ferrocarril con la utopía en la mano, en realidad aprendiste a andar en tren

     vendrán a predicarte su reino por estas calles y plazas los candidatos al trono municipal, los merayos, los marqueses, los muñoces, los folguerales, los tanques... vendrán con toda su tropa a pedirte en bicicleta, en avioneta, en trolebús


     que se haga cabal y racional tu voluntad, o sea que tu voto lleno de sudor y huesos se haga así de la misma materia y forma que su programa electoral, pues que bien comprenden ellos tantas deficiencias esparcidas por tu negro purgatorio

    y que las cosas siempre se pueden arreglar, los árboles, los grafitis más obscenos, los baches, los bancos de los parques, la silla de ruedas del tío Aurelio, el paseo por donde arrastran sus contrabajos los porretas

    Barrio nuestro que estás al borde, no van a dejarte dormir tranquilo durante estas jornadas de orgías electoralistas, ni dios podrá librarte del sermón de los marqueses, los muñoces, los merayos, los folguerales, los tanques... que solo buscan, eso sí, la dicha comunal


    límpiate entonces esas botas que están llenas de polvo del trabajar, que vean que no estás dispuesto a dejarte seducir por unos pulpos y unos bailes de tres al cuarto, como si fueras un barrio vulgar y no estuvieras ya de vuelta

    enséñales tu corazón zurdo –el derecho es todo un poema metafísico– y reclámales para el presente el pan nuestro de ayer y de mañana, el trabajo y la honradez de cada día, el río de cada día, el cuento de pereira con el tren de cada día


    y del mismo modo que las putas deudas municipales en que hayas incurrido nunca ellos habrán de perdonártelas, tampoco tú deberías, barrio nuestro, perdonarles sus olvidos, la belleza que no te llegará, los compañeros que se nos fueron

    en cambio sigue dejándote caer y caer en las tentaciones del vino y de la carne y del mar: en tus bares nos damos cuenta de la falta de poesía que esconde la política, en tus noches soplan a veces sexualidades que empiezan la luz sobre ti, y frente al mar, frente al abrazo de mar que entra en nuestra bahía, como una utopía llena de sed... ¡Que nunca nos libremos del mar!


TIERRAS MINERAS O DESIERTOS


      Pues hablando de horizontes, estas tierras/ mineras del Noroeste, dentro de un puñado de años,/ treinta, tal vez cincuenta, serán desiertos/ —los desiertos, ya desde los tiempos bíblicos se sabe,/ son los vergeles del Diablo.../


     imaginad al Diablo, compañeros,/ con un sombrero de zarzamoras y pájaros/ disecados paseando su hediondo cansancio postindustrial/ por estas riberas del Sil, del Torío y del Bernesga,/ claro que antes los mineros habrán incendiado/ hasta los colores del arcoíris.../

     y los herederos, los biznietos de los que lucharon/ y murieron en esas galerías/ del malvivir, serán entonces parias/ que acudirán a las urnas/ de mayo con cara de féretro, negros/ de degradación como sapos/ hinchados de antracita, ciudadanos/ a la suerte de un vergonzoso país/ líquido con los sentimientos digitalizados.../


      imaginad estas tierras mineras del Noroeste/ dentro de algunos años, compañeros,/ esos valles y barrios donde a los niños/ se les pudrieron la lluvia y los juegos del gritar/ al mediodía, esos puentes que llevarán/ a ningún misterio primaveral,/ y esas plazas y aldeas a las que llegarán en drones/ biodegradables los mercaderes de bellísimas/ promesas electorales, vendedores de milagros/ arrojando en rollos de papel ecológico/ la resurrección decimosexta del sector minero/ y el enésimo renacimiento del subsector pecuario,/ “qué se hicieron las vacas y los gallos, amadísimos electores,/ no es una tomadura de pelo, bienaventurados/ vosotros que aún habitáis esta región/ tan henchida de tesoros minerales/ y tan humillada sin embargo por los gobiernos anteriores,/ esta arcadia perdida que un día fue/ una fotocopia del paraíso agropecuario e industrial y bla bla bla”.../


      los mineros, podemos imaginarlo, antes de arribar/ a esos desiertos de mañana/ habrán incendiado las catenarias del ferrocarril/ y las mitologías que volaban hasta los confines/ de las ideologías revolucionarias.../ los trabajadores del final de las cuencas mineras/ habrán arrancado seguramente hasta los testículos resecos/ de los perros que ladraban asentimientos y resignaciones.../


    porque si hablamos de horizontes,/ no me reprochéis, amigos, que imagine/ negrísimo el porvenir de estos nuestros valles/ como desiertos que serán jardines del Diablo/ por donde pasearán sus ímpetus/ atormentados ciudadanos de tercera,/ negros de maldición que continuarán acudiendo a las urnas/ de mayo con cara de ataúd./