¿DÓNDE LOS CHICOS DEL HAMBRE?


    Yo no veo chicos hambrientos por las calles, por los barrios de mi ciudad.

     Entro en los suburbios de la desindustrialización, en esos patios donde se muerden los perros del malvivir, y no encuentro chiquillos alaridando de hambre. Grafitean ébolas contra el hormigón armado, escarban en las cenizas que aprendieron en las hogueras de la noche, gritan sus demonios hacia los pájaros que no vendrán... pero no les oigo dar voces de hambre. ¿Se habrán comido los verbos que les enrabiaban las pieles y las bocas? ¿O se habrán encerrado en recámaras de vergüenza y humillación? ¿Dónde los chicos del hambre?


   No los encuentro. Pregunto en esos bares con barras y sillas de remiendos y nadie los ha visto. ¡Tal vez se hayan marchado por el río de lumbres para nunca! ¿O estarán ahora mismo al otro lado del paso a nivel sin barreras robándole al sur las últimas castañas? No, tampoco se han refugiado por ahí. Ni bajo esos puentes marcados por las herraduras de la infamia, ni aquí donde brotan las anémonas enfermas de la mancomunidad. ¿Dónde esos chicos que dicen que pernoctan con un puñado de alucinógenos sobre las sienes?


     ¡Alabado sea el Señor que tan justamente ha concebido los Presupuestos Generales del Estado! Si yo los encontrase por estos arrabales sin estrellas les diría, eh, chicos, feliz cumpleaños del hambre. Pero no tropiezo con esos chicos del hambre. Así que a quienes se llenan la boca con las palabras “hambre/pobreza infantil” les pregunto si por su barrio alguna tarde han visto realmente chicos pobres con hambre. Y estamos hablando de chavales con hambres de pan y de garbanzos y de vísceras de corderos terrestres... Seguro que ni los han buscado. ¿Quién ha escrito entonces que estamos a la cabeza del hambre infantil en Europa? ¿Quién ha dicho anteayer que se necesita un Pacto de Estado contra la pobrezambre infantil de España?


    No se ven por ningún lado los chicos del hambre. No se ven bailar en las esquinas de ningún barrio los raps taladradores del hambre. ¿O es que esos chicos se han vuelto unos impostores y se han enrolado como serviles agentes en el Centro Nacional de Indigencia? ¡Los nicolases camuflados del hambre! ¡Artistas del hambre kafkaianos que ya han sido abandonados por la multitud votante!


—Eh, chico, ¿no serás tú uno de ellos?—. Me ha mirado de hito en hito, sus ojos de dinamita a punto de explotar... Luego se ha reído de mí, y han rechinado sus dientes de caballo, y se ha alejado cagándose en mis muertos. No, no era un chico del hambre.

  Todo ha sido una mentira: nadie que sea chico pasa hambre en mi ciudad, en mi país. Los chicos del hambre en realidad son... chicos de ficción.


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