JARAS DE MAYO HASTA EL SIL


    Era limpio el sudor que le quitaron. ¡El trabajo que le jodieron! Y ahora tendrá que perderse por los alambres de la ciudad. A ver si cae algo con que perder el miedo y llegar a casa sin alma de ataúd. Esta ciudad cuya sangre huele a instinto de supervivencia, a desastre tecnológico.

—En mi puta vida he probado alguno de esos psicofármacos.


    Perdería el culo por conseguir que lo contratasen otra vez en ese bar de carretera. Saca la mano del bolsillo del pantalón y enseña una cicatriz que aún le palpita. Se le fue la mujer hace un año. Y uno de sus vicios son las cartas, el póquer le produce fiebres que no le dejan dormir. Hay timbas en esta ciudad que espantan al más curtido. Y le da la risa la palabra “tahúr”. Bueno, una o dos veces al mes se deja caer por la aldea a ver a los viejos. El otro día se levantaron y empezaron a tirar mantas a la calle. Y un vecino llamó a los bomberos y acabaron comiendo todos juntos. Le da mucha pena ir a su pueblo y ver cómo va quedando todo hecho una mierda, el río donde nadaba...


    ¡El trabajo que le jodieron! En un bar de carretera la vida es otra cosa, es como si la realidad estuviera en otra parte. Tipos que aparecen borrachos con pulseras de plata y alardeando de haber echado un polvo en el cementerio. Y se bebe mucho, mucho más de lo que uno necesita beber. Una vez entraron en el bar tres tíos de Lugo con una ternera con las orejas cortadas, y hubo que echarle de comer a la ternera todos los pinchos que había sobre la barra... ¡¡¡Y ver cómo cinco putas despedían cantando y morreando a un muerto!!! Pero perdería el culo por volver a trabajar ahí. No está afiliado a ningún sindicato. No cree en Dios ni en la patria ni en ninguna de esas ideologías obreristas.

—En mi puta vida he entrado en una catedral.


   No piensa emigrar a ningún país. Si alguna vez se viera obligado a mendigar, lo haría en las calles de esta ciudad. Hace tiempo que dejó de tomar coca y esas otras mierdas que ofrecen por ahí. La última vez empezaron a salirle ratones de las manos y se pasó tres días temblando de pánico.


    Así que le jodieron el trabajo y no le hablen de que nunca haya habido tantos parados en esta tierra y todo ese rollo capitalista... Así palpita el historial de su cerebro hendido. Caen banderas con vísceras de dolor. Cruzamos el puente del Centenario y esas jaras de mayo hasta el Sil... Y mañana a perderse otra vez por los alambres de esta ciudad.

—En mi puta vida he recibido dinero negro.


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