Se ha disparado el número de marginados y marginales que
pululan por la bahía del Pajariel. Pasaos por aquí después de la caída del sol y
ya veréis.
Hacen cola ante el mar para rogarle que les calme, se pasan
de boca a boca los mendrugos y las latas de sardinas, blanden paraguas y
violines y carteles incendiarios, blasfeman y se aman en la arena y ladran
cadáveres de fabricantes de mentiras... Son hombres del sur de todos los
idiomas, mendigos con perro, ladrones de castañas, porretas, virtuosos eslavos,
desahuciados del porvenir, bohemios empedernidos, hipsters, ácratas, gallegos y
bercianos normales en paro...
Y si les preguntáis en qué tipo de música les habla su
marginación, os responderán que la solidaridad es hoy más necesaria que nunca.
Su lenguaje golpea como si estuviera hecho de palabras cocinadas en el exilio. De
tarde en tarde se reúnen en asamblea y escupen maldiciones terribles contra las
menopausias económicas y los ministros de estas ruinas intelectuales que nos
rodean. Huyen entonces despavoridas las gaviotas. ¡Y por qué callar que algunas
noches las melopeas que agarran son descomunales!
Por ahí andaba yo la anochecida del lunes, buscando
caracolas de noviembre, y de repente me vi enredado en el gran festín de hongos
que se estaban dando en las mesas de la punta occidental de la bahía. Níscalos,
lepiotas, champiñones, boletos, setas populares que habían recibido a las
puertas de los supermercados, eso me dijeron. Y con las castañas y el morapio
que bebíamos y las canciones celtas que tocaban fuimos todos trepando hasta las
cumbres de la alucinación y el paroxismo. De manera que se trastornaron las palabras
y las lenguas, y se encendieron cajas y cartones donde se habían pintarrajeado los
rostros de algunos miembros del gobierno nacional y la falsa oposición. ¡Hubierais
visto llorar rabia y sangre de los ojos más atormentados! Y también hubo algunos
que se arrojaron a las barcas, soltaron amarras y se fueron remando mar
adentro.
¿Y las letanías ideológicas que se fueron improvisando hasta
la medianoche? “El número de diputados trastornados se ha disparado. El número
de mendigos se ha disparado. El número de cabrones se ha disparado. El número
de estorninos suicidados se ha disparado. El número de prostitutas callejeras se
ha disparado. El número de enfermos mentales se ha disparado. El número de
impotentes se ha disparado. El número de hijos de puta se ha disparado...”
Sí, se ha
disparado el número de marginados y marginales que pululan por la bahía del
Pajariel. ¡Qué ambientazo ahí tras el hundimiento del sol!
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