CLAVELES DE ABRIL


      Abril es un clavel republicano y la atormentada protesta de la juventud contra el marasmo del país. Y escribo ‘marasmo’ por no ensuciar el clavel. Seguro que conocéis a alguno de esos Jóvenes sin Futuro que andan gritando últimamente por ahí “¡No nos vamos, nos echan!”

- ¿Adónde vas con tu alma estropeada?
- ¡Al exilio laboral!
- ¿Y cuando te pregunten por qué has elegido el exilio?
- Les responderé que porque me han arrancado de la tierra 
     que es mi patria.
- ¿Y qué significa para ti eso que llamas patria?
- Es la casa, esta ciudad, el olor del pan, el primer río...


    Ah, esos jóvenes que están saliéndose del Bierzo, de León, de España: una palabra de tres sílabas en la que podrían caber tantas conciencias científicas y menestrales... ¡Esta tierra nuestra que cubre su herida constitucional con esparadrapos de mentira y piel de terneros que se encaminan sin esquilas al paredón de los desahuciados! ¡Como si nuestro país hubiera cesado de golpe!

    Despójate, pues, de la melancolía del terruño. Y cruza la frontera como si marchases en busca de la aventura de descubrir una nueva tierra prometida. Pero no olvides llevar en tu maleta el universo de nuestra mitología nacional. Y no traiciones el lenguaje de quienes aquí seguiremos esperándote. Aunque es posible que a tu regreso tengas tantos años de exilio como de patria.


     ¡Abril, la incesante revolución de abril! ¿Quién dijo que era abril el mes del sueño vegetal, del aburrimiento delicioso, de la fina lentitud y las indiferentes lejanías? Sigue siendo cruel el mes de abril. Pero sigue habiendo calles, barrios, jóvenes que no quieren ser más ruinas y que aún piensan el cielo republicano de abril.

     Tiene los ojos llenos de algas violadas. Y cada vez que se pasa por el centro de la ciudad dice que se le avalancha el vacío. Entramos en un café y hablamos de la venganza de los ríos, de esos ríos que están saliéndose de madre y anegan los paseos urbanos e inundan los cementerios... ¿Qué mensaje están arrojándonos esos fieros ríos? ¿Y hasta cuándo ha de continuar amaneciendo ceniza a quienes abrigan claveles rojos y morados en abril?


     Y al despedirnos parece que le llueven sus ojos cuajados de abril. Pero creo que comienza su viaje como quien se enfrenta al enemigo sin ira ni dolor. No te invada el odio, le digo. Y ardan como soles esos pensamientos que sostienen el mástil de tu revolución. Rugirá nuestro barrio en la noche hasta que tú regreses. Y a este café colmado de sillas forradas de desesperanza le llamaremos desde hoy en adelante Café de los Claveles de Abril.


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