PROHIBIDO...


       Desde que comenzó el invierno me paso algunas tardes coleccionando prohibiciones, y luego por las noches así ando, con la pesadilla de que el país se está volviendo cada vez más represivo. Os confieso que es un vicio que trastorna el equilibrio emocional, la memoria de las cosas e incluso la escritura. El psiquiatra me ha dicho que es una de esas modernas enfermedades raras, y bastante peligrosa, muy parecida al nihilismo. Una enfermedad que no se la deseo a nadie. Prohibiciones sospechosas, prohibiciones absurdas... Pido disculpas de antemano por las molestias que pudieran ocasionar.


      Prohibido enfermar los días de trabajo, se queda uno más pobre que un sarcófago. Prohibido utilizar las palabras desahucio y desalojo, no vaya a ser que se suiciden antes de tiempo los pacientes. Prohibido saltarse la ley de Transparencia, y lo siento por la opaca y manca Monarquía. Prohibido suicidarse en primavera, prohibido blasfemar contra la Vía Láctea, prohibidos el alzamiento de bienes y el blanqueo de dinero, ustedes los patriotas ya me entienden. 


   Prohibido resignarse al estado de pobreza, prohibido arrojarse al tren, prohibido sentirse derrotado, afuera con esa vieja costumbre de poner los huevos para su mutilación. Prohibido soñar con ser un disidente, qué es eso de alzar sueños sin método contra la vida perra. Prohibido incitar a la huelga general, prohibido acariciar mirlos en los parques, malditos esos pájaros que no cesan de piar el himno de la Internacional. Prohibido dejar animales muertos en los contenedores de basura, gatos, perros, tortugas, serpientes y demás familia. Prohibido mentir en campaña electoral, que todo el mundo ya sabe distinguir entre un violín y un violador. 


    Prohibido gritar “¡Viva la República!”, prohibido comer carne de caballo en los canelones y hamburguesas, prohibido resucitar a los muertos de la guerra, que nadie muere en balde y cuidado con el país que aún no existe. Prohibido el pensamiento inútil, el pensamiento lírico, el pensamiento filosófico, esas supercuerdas de la física fantástica que ahorcan la conciencia. Prohibido firmar pactos diabólicos en los sótanos municipales, prohibido prostituirse en carretera, así vienen luego las desdichas, decepciones políticas y otras enfermedades venéreas inefables. 


     Prohibido follar en la calle y en la huerta, prohibido leer a Marx y a Maiakovski, como si no fuera ya un peligro deshojear cada mañana las jerigonzas de la Cospedal. Prohibido tener un amor prohibido, prohibido reflexionar sobre la República Federal, déjense de martingalas y de comulgar con ruedas de cañones. Prohibido el azar y la utopía, prohibido escupir al corazón, prohibido escribir en las paredes “Prohibido prohibir”...

      Y basta con estas prohibiciones y a ser posible sean leídas en voz alta. 


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