Ese malestar que se pasea entre la multitud y las palomas, por las plazas y penumbras, que dispara al centro de nuestra primavera íntima...
¿Te gustaría sumergirte en la fenomenología de ese malestar que nos está agobiando y que a veces nos hace sentirnos fracasados? Sabes bien que no se disolverá con una sola huelga general. Aunque también los cerezos están hoy de ramas caídas. También ellos hacen frente a la desgracia con una dignidad insólita. Como si con su huelga de brotes esquivos maldijesen estos tiempos de voracidad y humillación descomunales.
Te tomas el café y te asomas al mundo y piensas en el empobrecimiento general. Miras desde los márgenes, porque tal vez te sientas aún privilegiado, y de pronto te avergüenza reconocer que a todos nos están forzando a expiar unos pecados que no hemos cometido. Y que habría que gritar mucho más alto para que sepan que estamos vivos todavía.
Y sin embargo el malestar que nos invade es seguramente el elemento más radical que nos unifica. En otros tiempos encendió la mecha de una revolución, no lo olvides. Y el café que tomas sabe más amargo que otras mañanas. ¿Por qué? Puede que no sea recomendable sentarte hoy a solas con tu taza y el periódico y ver pasar la vida con la paciencia de quien ya no espera a nadie. Y no te engañes murmurando que anhelas la lluvia del norte, una lluvia que probablemente amortiguaría tu desazón y te conduciría hasta un espacio de ideas más apaciguadoras y más claras.
Así que no deberías temer lo imposible. Lo imposible siempre acaba poniéndose las ropas empapadas del malestar y saliendo por las ventanas de la imaginación a la calle. Y ahí entonces podrías constatar la rabia y las ideas de quienes se resisten a ser enterrados en las fosas de la nada. La nada de los despidos libres e impunes, la nada de las hipotecas de los derechos del trabajador y la suspensión del pensamiento insurgente, la nada de las ideas secas y esterilizadoras... Es urgente ahuyentar esa nada. Y sobre las losas de la imaginación alzar con estrépito las imágenes verticales de una conciencia más solidaria y más rebelde. ¿Es preciso recordarte que estamos ya en primavera?
Permíteme entonces que te invite a otro café y que siga hablándote del malestar general, de ese malestar que se pasea entre la gente y los árboles y las tabernas... En tiempos no tan lejanos prendió el fuego de algunas insurrecciones. Y era tan grande, que incluso reventaba algunas noches la luz de las estrellas. Pero hubo muchos valientes que creían que no era imposible destruir aquella nada que los oscurecía. Y la destruyeron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario