SUEÑO, AGUA Y POESÍA


  Sin aspavientos andamos celebrando esta semana el advenimiento de la Primavera, y los días ya sagrados del Sueño y el Agua y la Poesía.


   Con esos cuatro elementos, con esas cuatro palabras, construimos a diario esta ciudad. No buscamos la primavera más allá de sus límites de acero y de cemento, no renegamos de su agua sombría, impura y durmiente. A veces se nos aparece como una especie de monasterio material rezando en la intimidad de la noche. Si se cava su cielo subterráneo, se encuentra el agua inspiradora. Hay atardeceres en que un poco de lluvia y de luz basta para que su poesía triunfe sobre la nada.

       ¿Te encuentras bien en esta ciudad? Al fin y al cabo todo son símbolos. Esos trenes que esperan en las vías secundarias de la estación, esos parques solitarios con dolor de cabeza, esas avenidas ateridas que se debaten a medianoche entre la poesía y la muerte...


        ¿Sueñas con nubes y árboles en esta ciudad? De lo alto y lejano llegan los poemas que la fortifican, poemas como músculos que derriban las enfermedades y los cautiverios, poemas como armas con que combatir las alergias y los nihilismos y las descargas electrónicas.
       Sabes bien qué estoy insinuando: es imprescindible una cierta dosis de misterio para que el placer siga siendo aquí un regalo inesperado. Y al sur de tu ciudad esas montañas cubiertas de nieve: también ellas iluminan hoy este duro paisaje primaveral, con esa blancura son la improvisación de su poesía.

        Así que nos sentamos en el Café de los Ilusos y hablamos de esos lagos urbanos soñados por los poetas en los que pueden calmar su sed las almas urbanícolas. Decía Paul Claudel que todo lo que el corazón primaveral desea puede reducirse siempre a la figura del agua. Será porque el agua es el mayor de los deseos. Y el deseo último de toda ciudad es su purificación. ¿Luchas por la purificación de tu ciudad? La prosa, deberías saberlo ya, es insuficiente.

    Recuerda entonces que también tiene esta ciudad su primavera. Y si te preguntasen por la realidad de su poesía, si en verdad tiene esta ciudad poesía, podrías responder: la belleza está en los símbolos, en la imaginación de sus materiales, en la sintaxis terrible de sus calles, sus manzanas y sus puentes.


      Y sin embargo qué poco se buscan. Son tan sólo cuatro palabras, cuatro elementos: el agua, el sueño, el cielo y la poesía. Esa palabra azul que ilumina el norte, como un almendro. Esa palabra transparente que descubre el sur, como una ola. Esa palabra redonda que reproduce el oeste de tu ciudad, como un mástil. En fin, esa cuarta palabra insustituible que siempre reclama el sol, la poesía. Acaba de estallar.


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