TRANSPARENCIAS DE SEPTIEMBRE



      Y de repente septiembre, septiembre con sus desvaríos políticos y sus cataclismos laborales, con sus verdades sociales como peñas y esa terca manía suya de señalarnos el sitio exacto de las cosas. ¿Quién se atreve a rebelarse contra el cielo de septiembre? Y las sombras más alargadas de los perros y los álamos, y ese aroma de los frutos ya maduros apoderándose de la noble conciencia de esta tierra.



      Tuvo León su trovador medieval que a septiembre dejó pintado en rimas memorables: “Setiembre traía varas, sacudía las nogueras,/ apretaba las cubas, podaba las mimbreras,/ vendimiaba las viñas con hoces podaderas,/ ni dejaba los pájaros llegar a las higueras.” Y es verdad que nos trae el aire más terso y transparente, y que nos endurece un poco más la luz y el pensamiento, septiembre con su exaltación católica del dios Baco y de los Cristos difuntos en la Cruz y la Natividad de las Vírgenes Santísimas. Y esa mirada como perdida de las águilas en las crestas más azules de la cordillera.



      ¡Paisajes de León en la atmósfera bruñida de septiembre! Y parece entonces que todo se transfigura y es más real esta República de los Cincuenta y Seis Ríos rebrillando en el Noroeste de los sueños. Y cuando al mediodía esté limpio su cielo, se columbrarán desde allí las torres de la catedral. Septiembre con sus campos metálicos y sus matorrales en llamas, recordándonos inútilmente que no hace tanto tiempo los cereales eran moradas de astros y de duendes, y las lagunas, los llantos encantados de los corzos.

     Amanece uno entre las transparencias de septiembre y cree que es una pena malgastar palabras hablando de la hipocresía y la indecencia de la mayoría de nuestros políticos... Sabéis muy bien a qué ejemplares locales, nacionales e internacionales estoy apuntando. ¿A quiénes sino a ellos están aguardando esos ataúdes incontrolados en las afueras de los cementerios?

      Septiembre con sus silencios largos como colas de rebaños y el relieve prodigioso de estas colinas ofrendando su pan a las estrellas. 


     Y con las avispas desesperadas, el temblor de los puentes y los penúltimos pájaros del verano planeando sobre la pesadilla de las truchas. Sin mucho ruido irá septiembre reponiendo nombres en las plazas públicas y en los diarios: Farsa de Tren Turístico, Engaño de Proyecto de Autovía, Error de Cemento sobre Hierba, Locura de Bosque Incendiado... ¡Y en el dorso de este mundo de mentiras las monjas de septiembre tejiendo y retejiendo en sus celdillas la sintaxis celestial!

    ¿Y qué otros dones podríamos esperar del cielo de septiembre? ¿Más daño de esos hombres-lobo que hasta las nubes ansían devorar? ¿O la revolución equinoccial de nuestros corazones cuarteados?


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