TIERRAS MINERAS O DESIERTOS


      Pues hablando de horizontes, estas tierras/ mineras del Noroeste, dentro de un puñado de años,/ treinta, tal vez cincuenta, serán desiertos/ —los desiertos, ya desde los tiempos bíblicos se sabe,/ son los vergeles del Diablo.../


     imaginad al Diablo, compañeros,/ con un sombrero de zarzamoras y pájaros/ disecados paseando su hediondo cansancio postindustrial/ por estas riberas del Sil, del Torío y del Bernesga,/ claro que antes los mineros habrán incendiado/ hasta los colores del arcoíris.../

     y los herederos, los biznietos de los que lucharon/ y murieron en esas galerías/ del malvivir, serán entonces parias/ que acudirán a las urnas/ de mayo con cara de féretro, negros/ de degradación como sapos/ hinchados de antracita, ciudadanos/ a la suerte de un vergonzoso país/ líquido con los sentimientos digitalizados.../


      imaginad estas tierras mineras del Noroeste/ dentro de algunos años, compañeros,/ esos valles y barrios donde a los niños/ se les pudrieron la lluvia y los juegos del gritar/ al mediodía, esos puentes que llevarán/ a ningún misterio primaveral,/ y esas plazas y aldeas a las que llegarán en drones/ biodegradables los mercaderes de bellísimas/ promesas electorales, vendedores de milagros/ arrojando en rollos de papel ecológico/ la resurrección decimosexta del sector minero/ y el enésimo renacimiento del subsector pecuario,/ “qué se hicieron las vacas y los gallos, amadísimos electores,/ no es una tomadura de pelo, bienaventurados/ vosotros que aún habitáis esta región/ tan henchida de tesoros minerales/ y tan humillada sin embargo por los gobiernos anteriores,/ esta arcadia perdida que un día fue/ una fotocopia del paraíso agropecuario e industrial y bla bla bla”.../


      los mineros, podemos imaginarlo, antes de arribar/ a esos desiertos de mañana/ habrán incendiado las catenarias del ferrocarril/ y las mitologías que volaban hasta los confines/ de las ideologías revolucionarias.../ los trabajadores del final de las cuencas mineras/ habrán arrancado seguramente hasta los testículos resecos/ de los perros que ladraban asentimientos y resignaciones.../


    porque si hablamos de horizontes,/ no me reprochéis, amigos, que imagine/ negrísimo el porvenir de estos nuestros valles/ como desiertos que serán jardines del Diablo/ por donde pasearán sus ímpetus/ atormentados ciudadanos de tercera,/ negros de maldición que continuarán acudiendo a las urnas/ de mayo con cara de ataúd./


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