En este día
mundial de don Cervantes, cadáver que por los siglos dará tanto que hablar, y
de sir William Shakespeare, que nos dejó tan malos recuerdos y tanta poesía en
sus crímenes, lo normal sería que abrazásemos la mañana y parte de la tarde leyendo
alguna rosa...
...leyendo
alguna rosa deslumbrante de Gabriel García Márquez y de Antonio Pereira --a los
dos hay que imaginárselos robustos y gozosamente sentados al Poniente del
Dios-Cuento, dándoles cuerda a sus relojes de luna, allá entre los más altos
pájaros de la memoria--, quien dice “Don Eloy deje salir a Dorita o me mato” o
“La república no era tan mala”, dice “Los funerales de la
Mamá Grande ” o “En este pueblo no hay
ladrones”...
...no hay
ladrones, porque a ver cuántos súbditos del Reino Undido de León van a
molestarse hoy en recordar las aventuras que escribieron en adobe y sangre los temerarios
comuneros de Castilla, Padilla, Bravo y Maldonado, los tres patriotas nobles en
el patíbulo con tantos miedos del otro mundo que cuentan los cronistas que
tardaron horas en encontrarles ya fiambres sus miembros viriles...
...sus
miembros viriles y sin embargo en este día mundial de Sant Jordi y el dragón
todos los claveles del Noroeste Atlántico se quedan mirando a Portugal, quién
no recuerda todavía la canción de Zeca Afonso, “Grândola, vila morena/ Terra
da fraternidade/ O povo é quem mais ordena/ Dentro de ti, ó cidade...”,
aquel canto popular de la
Revolución de los Claveles y luego el desencanto...
...luego el
desencanto y aún seguimos preguntándonos en qué se distingue un político comediante
sin escrúpulos de un utopista de barrio periférico, los dos hablan tan alto,
los dos arrojan en sus discursos sentencias tan etéreas como el suicidio de una
mariposa, los dos afirman rotundamente haber leído al menos un par de tragedias
de sir William Shakespeare y el Don Quijote de Cervantes, quién lo diría,
amigos...
...amigos,
como diría un gitano, nosotros a lo nuestro, hoy es un buen día para continuar
celebrando en el café la utopía de la rosa y los claveles, y digo ‘rosa’ como
podría decir ‘libro’, ‘poema’, ‘cuento’, y con ellos la canción de la muralla y
esas jaras de abril hasta el Sil, y “para hacer esta muralla tráiganme todas
las manos... una muralla que vaya desde la playa hasta el monte...allá sobre el
horizonte”, salve, Nicolás Guillén, salve, Zeca Afonso, “O povo é quem mais
ordena...”, porque si no exaltamos hoy aquí vuestra utopía que es la nuestra...
de qué cojones podríamos escribir.
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