Se nos bajan los salarios, se nos baja la cultura, se nos
baja la moral, se nos bajan los pantalones de la dignidad y la vergüenza... De
modo que también se va notando en la ciudad la declinación de los coeficientes
de urbanidad, de simpatía y de elegancia. Y la otra noche una pareja se metió
por el agujero de un contenedor de basura del barrio, y de pronto empezaron a
salir astillas/hortalizas, botellas, frutas dañadas, contramiedos, y jadeaban
ambos allí dentro que era un gusto... ¿Se jodían de pasión o de miseria?
Cada vez más pobres, cada vez más desigualdad social, y
entonces el lenguaje estalla en mil raíces venenosas, ay cómo está creciendo la
violencia verbal y no verbal. Y la otra mañana una chica de tez oscura
corriendo contra las esquinas con unas barras de pan, la puta que la parió, iba
tras ella la panadera voceando. Así que la poesía que buscáis hace mucho tiempo
que está en la calle remugiendo, y notaréis que es poesía muy puta y subversiva,
poesía que sonambula y mendiga y sangra navajas y pistolas y explota llena de
rabia de un país que no deja de joderla.
Y en las barriadas, en los soportales de las furias, en los
bares y cantinas se nota aun más la declinación del coeficiente de belleza. Cada
vez más difícil comprender el secreto nocturno de los trenes y las amapolas.
Cada vez más geometrías sucias en las cortezas cerebrales de la gente. ¡Qué
parámetros de belleza ni qué hostias! Una vaca es una vaca y, si un brote de
beldad se posa sobre el mundo, se le compara con la rosa blanca de un burdel y
échense a reír hasta partirse el culo...
Y bueno, aquí cada cual va tirando con su pedacito de sol al
hombro. Y aunque haya palabras que nos han prohibido escribir/pronunciar, me
pregunto hasta dónde nos seguirán y seguiremos bajando y rebajando... ¿Hasta
esos sótanos donde ya no hay pensamiento ni lenguaje de utopías y revolución? Le
dije la otra tarde a la quiosquera de mi barrio que también los chopos habían
empezado a brotar, y me reprochó entonces que le recordara otra vez desgracia tan
tremenda, porque el verdor de los chopos solo sirve para dar más
mierda primaveral. ¡Así que cualquiera le decía luego que estos chopos verdes
del Noroeste Atlántico al reflejarse en nuestros ríos no cesan de producir altísimas acuarelas
vanguardistas!
Penita pena cómo están declinando los coeficientes de urbanidad
y de belleza. Podéis echarles las culpas a las angustias, al hambre, a la
soledumbre, a la perra pólvora que está quemándonos la sangre... ¿Y no será más
eficaz empezar entonces a resucitar poesía más radical y más social entre las
tumbas de los cementerios? Bellos están los camposantos, y de corazón lo
agradecerían todos sus muertos... ¡hasta el delirio!
(Óleos de Yves Tanguy)
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