PRIMAVERA DEL NOROESTE


    La primavera la poesía altera, deja caer su luz sobre el mundo y lo trastorna en paisajes subversivos, en pájaros borrachos de mitos y leyendas, en pueblos aquejadumbrados que se preguntan por su duración, que no quieren morirse de una vez porque aún les corre la sangre por sus callejas y puentes...


    Hay gentes que ya no quieren oír hablar de Primavera, como si les hiciera daño la música de sus sílabas, toda la plenitud que llevan dentro. Pobres gentes, que ya no aspiran sino a aullar como perros perdidos en los eriales de la inmisericordia. No siempre, es cierto, la palabra primavera es sinónimo de felicidad. Que se lo pregunten al reciente desahuciado de la vida, o al atormentado minero de las cuencas abandonadas...

    Pero la primavera la poesía altera, y también los sueños y el poder de las aguas sexuales, y la fenomenología idealista de los bosques del Poniente. Y cada vez que la primavera llega a mi ciudad sus calles más proletarias se vuelven signos de interrogación social, de reivindicaciones ultrademocráticas, incluso republicanistas... ¡¡¡La Primavera y la República!!!


    La Primavera de Ponferrada no es como la de París, o la de Praga, que duró siete meses. ¿Os han pasado las imágenes de aquel concierto final con música clásica de tanques soviéticos y a este lado del telón el Che Guevara y Pablo Neruda gritando: "Podrán arrancar todas las flores, pero no podrán detener la primavera"?

  La Primavera de Ponferrada es la primavera loca, turbulenta y poética del Noroeste Atlántico. Es una primavera de luz alucinada por el paroxismo de los hombres que en la madrugada escuchan el océano y sueñan con la dinamita que trasfigura el dolor de sus montañas en rodajas de carbón... Y sin embargo hay gente en mi ciudad que detesta el lenguaje primaveral, gente asolada que sólo quiere oír hablar de cadáveres y miserias y la puta mierda que somos todos...


   Inauguramos la estación del Amor, no habría que olvidarlo: aún pertenecemos al territorio sentimental de la Poesía de Occidente, la poesía que celebra el vuelo nupcial de los pájaros neoplatónicos en libertad. Así que en la memoria de nuestra ciudad la Primavera se debe pronunciar bien alto, no hay por qué sentir vergüenza.

   Viene esta primavera cargada de aceites con que desengrasar los mecanismos del poder municipal. No es inocente, nunca la primavera llega como si no hubiera pasado nada. Y habrá tardes en que unos trozos de lluvia y de silencio serán suficientes para que su poesía triunfe sobre la nada.


   Podrán arrancarnos todas las flores, pero no podrán detener nuestra primavera, inmenso y bellísimo poema social.


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