No tenemos
la ciudad más bonita del Noroeste Atlántico, es cierto, pero es Ponferrada una
ciudad que siempre se deja acariciar... Y cada mañana la aprendemos como si
estuviéramos caminándola en el exilio. La soñamos, la intuimos como si se
desnudase ante nosotros por primera vez... ¿Quién ha dicho que está enferma? Y
no comprendo a esos majaderos que se han avergonzado durante estos últimos días
de ser honrados ciudadanos de Ponferrada, ellos, que juraban quererla tanto...
Está bonita
la ciudad, hubo en su corazón una angustiosa batalla política, y no se le
cayeron los anillos... Huele a vegetal recién nacido, como si esta precoz estructura
primaveral hubiera sido construida por los pájaros de todos sus poetas. Y sin
embargo hay gente que solo desea verla con el rostro cubierto de fango o de cenizas...
Tenemos un
río que atraviesa una leyenda de oro, y un castillo que guarda en los sótanos
de su mitología el Arca de la
Alianza y el Santo Grial... Aquí hemos aprendido a vivir,
entre claveles de petróleo y plantas monstruosas, y a muy pocos metros del océano...
Y entre los pedazos de sus bellezas vamos atacando el dolor de cada día, las
injusticias, el sufrimiento... ¿Quién ha dicho que está enferma esta ciudad? Y
esos que quieren convertirla en un harapo... se equivocan. Nunca han subido
estas calles en vilo que prenden flores de amianto y protestan cada noche contra
los buitres de la corrupción...
Por ahí se
oye el ruido de los muertos de mi ciudad peleando contra las miserias del
mundo. ¿Adónde ir con las ansias de vivir mejores tiempos? ¿Qué gritan y
reclaman estos barrios retorcidos por las madrugadas aún no corrompidas? No, no
se detendrá su primavera, no será posible que no se iluminen sus ramas con el
silbido de sus trabajadores y que no reviva cada alba su delirio de ciudad temeraria
e insurgente...
No tenemos
la ciudad más bonita del Noroeste, es cierto, pero es Ponferrada una ciudad que
siempre se despierta con la utopía boca arriba. El Sil le abre las piernas y le
recuerda el vértigo de su aventura industrial... Y comprende entonces el
secreto nocturno de las chimeneas y los cementerios y las estrellas errantes...
Pero no tiene miedo de lo que va a venir y pasar. ¿Quiénes son los ignorantes
que han dicho que está enferma? Y su pensamiento es un sueño profundo, lleno de
galerías de metal impuro y dinamita...
Te invito,
ciudad, al viento de la revolución. Nunca serás derrotada, ni siquiera con
violencia. Y mira hacia el poniente porque sobre ese punto cardinal poseerás por
siempre el mar.
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