Nuestra memoria debería ser un obús, el apogeo de la insurrección electrónica, la pesadilla de la paz digital. Digo esto porque hoy se celebra en todo el mundo pagano el ‘Día Internacional de las Mimosas en Flor’. Y sin embargo no hay poema escrito hasta ahora que haya evitado la represión de las fuerzas del orden. ¿La fuerza de la poesía? Es hermosa esa imagen primaveral de un libro de poemas estampándose contra el yelmo de un policía. La poesía, proclamaban los antiguos futuristas, debe concebirse como un violento asalto contra las fuerzas ‘desconocidas’, para obligarlas a arrodillarse ante el hombre. No habrá belleza si no es en la lucha, sí, eso decían. Y llevamos ya cien años arrojando las mismas ideas, las mismas flores contra los guardianes del poder. Y nos sigue gustando ponerles nombres sonoros a nuestras revueltas: ‘La primavera valenciana’. Suena bien, ‘la primavera...’
La mimosa no es tan frágil como parece. La mimosa salva al ciudadano de la fealdad de las ciudades, de ese ejército de represión que nos bloquea el camino a lo posible. La mimosa es un arbusto espinoso idealista, pero a veces sufre clorosis férrica, y entonces el barrio donde habitas se queda pálido durante algún tiempo, sin fuerzas para protestar, sin hierro suficiente para disentir. ¿También vosotros pensáis que este país está retrocediendo, que todo el progreso social puede ser arrasado y sustituido por las viejas inquisiciones? No, no es cierto que los jóvenes nos estén demostrando que la sociedad ha fracasado, que el sistema esté roto, como decía Paul Auster. Todo lo contrario. Y por cada una de las atrocidades políticas que cometen nuestros altivos gobernantes se muere una mimosa de los alrededores de la ciudad. ¿Habéis visto ya alguna mimosa ensangrentada? Recuerdo ahora el poema de Apollinaire: “Si yo muero allá lejos en el frente de guerra.../ mi recuerdo se apagará en la tierra/ Como un obús que estalla en el frente de guerra/ Bello obús semejante a la mimosa en flor.”
¿Temen que se provoque en las calles españolas un incendio al estilo de Grecia?
Poesía sí, Porras no.
Poesía sí, Porras no.
Dejadme que os lo recuerde: ayer se cumplían ciento sesenta y seis años de la muerte de E. Gil y Carrasco en Berlín. De golpe en las entrañas le reventaron todos los nenúfares. No pasó de los treinta, amó y cantó a las mimosas que brotaban en la ladera del castillo de los Templarios, y cada vez que paso por ahí y huelo sus fragantes flores amarillas me salen al encuentro sus armas de combate.
Así que en este ‘Día Internacional de las Mimosas en Flor’ en que nuestras miserias se están trocando en insurrección, nuestra inteligencia, nuestra poesía, ha de resplandecer como un obús: Bello obús semejante a la mimosa en flor.
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