INVITACIÓN AL RÍO


        Si hoy os invito al río es porque no me gustan los ruidos de esos tambores de guerra electoral. Traen esos tambores presagios de violencias temibles y batallas sanguinarias y no, no me gustan. Así que la melodía clara y profunda de los ríos.



       Regresemos por un día a la materia fluvial del Reino, al encanto de sus ríos con cuentos y leyendas en su orilla. Es otra manera de continuar luchando en el frente de la paz. Porque un río es ideología tersa+literatura pura. Si de chavales jugasteis alguna vez con las aguas de un río, es muy probable entonces que no hayáis perdido la fe en la revolución de las corrientes.

      Los ríos, como los trenes, son poemas que quedan grabados en nuestra piel desde la pubertad. A los ríos y escuchar la canción que llevan dentro. Los ríos como una invitación al vals de la memoria, de nuestra compleja historia comparada.




      ¡Qué triste oír decir a los ancianos “corren malos tiempos para la quietud en nuestra España”!

     No me gustan los aullidos de esos tambores de guerra electoral. Y presiento que tampoco vosotros habéis perdido la fe en la transformación de la política y esta rancia democracia, en la revolución de los dorados panes y los peces...

     Al río, regresar al río como quien regresa de noche al silencio de su casa. Y escuchar entonces el origen de las vegas y los pájaros, aprehender la arqueología del paisaje y las conciencias. Y pronunciar en voz muy baja sus nombres para descubrir sus etimologías lánguidas y míticas: Esla, Bernesga, Burbia, Luna... ríos construidos con salivas célticas, romanas...


    Ah, la totalidad de sus aguas, de sus tres mil kilómetros de aguas, entregando al fin su espíritu al Duero dios...

    (Y me detengo aquí un momento para invitaros a navegar por el curso de ese precioso Corazón de roble que ha trazado Ernesto Escapa, un fascinante viaje por el río Duero desde el pico de Urbión hasta la ciudad leal de Oporto)




     ...los ríos como teorías verdaderas del conocimiento, los ríos veraces contra las manipulaciones viles del pasado y del porvenir, contra la involución de las dialécticas reaccionarias y cobardes. Porque no nos gustan los rugidos de esos tambores de guerra electoral. Porque creemos aún en los manantiales de la imaginación y la lógica pacíficas. Los ríos como vestigios sobrenaturales de quienes engendraron estas fértiles riberas.

     Regresar al río, al río de ancho caudal o al de levísimo rumor, para aclarar el ropaje de nuestra inestable inteligencia. Para no perder la fe en las estructuras de la transgresión y las utopías necesarias. Por eso os invito hoy al río, porque no me gustan los presagios que escupen esos tambores de guerra electoral.

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