MÚSICA NEGRA


Hey Joe, o Robert, o comoquiera que te llamen en tu tribu, quizá creías que un hombre hace más grande su destino de hombre por flagelar a una mujer o por llevar un arma de fuego en el bolsillo. Conozco chicos como tú, ciegos con una pistola que ocultan en el culo cuando hacen el amor, chicos que abrasan azaleas de veintitrés años y luego se ríen hasta reventar. Siempre la encontrarás allí, entre las algas, entre la espuma roja, siempre estará aguardándote bajo el dolor indomable de tu lengua. Has puesto a estos valles en estado de terror pero aún controlas perfectamente tus emociones, un tipo frío y salvaje, un caso perdido para la sociedad, eso decían los vecinos, cuando hasta las colinas y los puentes sabían que no llegarías muy lejos.

Hey Joe, diez, quince, veinticinco años de cárcel y es posible que nunca Dios se apiade de ti, un tipo así, con esa cara, pero no con el suficiente juicio para poder amar a una chica, no con la suficiente fortuna para dejar de ser un pobre diablo. Probablemente este clima no te iba bien, estas brasas de julio y agosto son como las del infierno, es probable que todos tus ojos se atragantaran de polvo mortal y sólo acribillando mariposas te sintieses aliviado, pero tu corazón seguía albergando el horror de los cementerios fluviales. Conozco tíos como tú a los que el pecho de una mujer les importa un pito, chicos con la misma máscara insensible que un cadáver empapado en cocaína y que se corren de gusto cada vez que ven agonizar a un anciano.


Hey Joe, quizá ignorabas que a los muertos no hay forma de matarlos, y eso que parecías un héroe entre las adolescentes, a nadie temías, tu mente disparaba esquirlas de ciprés cada vez que abrías la boca y con tus músculos de bestia negra hacías temblar las vidrieras violentas de la noche. Has ensangrentado estos crepúsculos y no cesarán de perseguirte las furias de todos los pantanos del planeta.


Así que diez, quince, veinte años de cárcel, Joe, casi nada, porque elegiste el sendero de la maldición, burlaste los terribles edificios del miedo, y ahora vales tanto como cualquiera de esos perturbados que salen en los periódicos y ese cacho cabrón del Diablo se reirá eternamente de tu triste sombra. Te recordarán entre las piedras de una historia miserable esta ciudad ardiente y esas laderas mientras el sol siga estallando sobre sus sienes, mientras la música del crimen reverbere en el agua y rechacen sus aullidos las sirenas del paisaje.
Hey Joe, conozco chicos como tú que cada fin de semana se alimentan de éxtasis y de pólvora, que podrían zurrar a su novia o mutilarle los labios por conseguir un absurdo polvo de unicornio, chicos que cuando abrazan irradian el vaho frío de los asesinos.

(Él había arrojado el cuerpo de su chica a las aguas del PANTANO de BÁRCENA...Y compuse entonces esta columna a la sombra de Jimi Hendrix, de cuya muerte se cumplen esta semana 48 años)

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