Valles altos del Sil y del Bernesga, valles mineros, valles
negrísimos que están que arden. Resuenan una vez más los tiros de la rabia,
ladran primavera negra los rabeles de la desesperación.
¡El puto carbón que nos daría de vivir! Como si estas
montañas hubieran nacido para enterrarnos, se remordía ayer la tía Juana.
Y sus nietos levantaron entonces barricadas sobre las vías
del tren y cortaron la carretera nacional y las lavanderas blancas sembraron de
huesos el lecho del río. NO al CARBÓN de IMPORTACIÓN, gritaban sus pancartas en
llamas. Cada minero tenía un pedazo de grisú en el corazón. Y si no salvan las
minas serán más negros aún los colores y los ruidos del horizonte y nacerán los
pensamientos atroces como la metralla, coreaban las mujeres mineras bellas
incluso en su decrepitud. La inminencia de la ruina elevaba todo el valle al
rango de la NADA.
Ahí el negrísimo POEMA de la inmensa poesía social actual,
urgentísima, ahí la perra lengua del pueblo aullando su primavera negra.
Les descuartizaron el mañana a nuestras cuencas proletarias,
de milagro no se han secado todos los árboles del valle. Olía ya entonces el
porvenir a neumático quemado y sin embargo en los parlamentos regionales y
nacionales se pronunciaban discursos hueros, peroratas falsamente patrioteras
sobre el carbón nacional, se dictaban esquelas y epístolas corrompidas y manifiestos
contaminados de antemano, a quiénes, señores diputados, quieren ustedes
engañar.
Así fluyen ahora esos arroyos con estrépito de funerales. ¡A
la mierda la cosecha de nuestro mineral hereditario! Como si esas moles de
pizarra y de cuarcita hubieran brotado para sepultarnos vivos.
NO al CARBÓN de IMPORTACIÓN, y los rabeles de marzo
golpeaban su música contra el olvido que no dará de comer. No cesarán las
cóleras, cabrones, amenazaban con el puño los más viejos. NO aquí nunca las
COLAS DEL HAMBRE, vociferaban las mujeres mineras bellas incluso en su declinación.
Valles altos del Bernesga y el Sil, mineros que arden, valles
terribles como si hubieran sido fundados por un Animal Demente... Y sin embargo
parece imposible que ese cielo expresionista construido bajo tierra esté
destinado a la estrangulación.
¡El puto carbón que nos daría de vivir!, se remordía ayer la
tía Juana. Y recorría con sus ojos ya secos las llagas de la sedación terminal,
el valle lírico y asolado de su larga y negra adolescencia.
Los politicos a lo suyo. El control y gestión de las ayudas un desastre. Algunos empresarios del sector han sido y son un mal ejemplo permanente.
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