BERLÍN NO SE ACABA


   ¡Álcese la Poesía contra el Desastre Nacional que padecemos! ¿Quién ha dicho que hay más poetas que tabernas en esta tierra del Noroeste que nos parió? En realidad más, se necesitan más Ágoras de la Poesía, más Asambleas Poéticas, más Poetas, más Poemarios...


      No sabemos muy bien quién es la Poesía, pero cada vez que un Poeta se posa sobre una República la rehorizonta, la pone mirando hacia los altos y durísimos combates existenciales que ha de afrontar. Y cada vez que se posa un Poeta sobre la ciudad la recorazona, y entonces todas sus calles se abren al sol...

     En la cartografía de las Repúblicas Poéticas, el Bierzo limita al Oeste con los bellísimos fados de Portugal; al Sur, con las islas de Cabo Verde, y al Norte, con la dialéctica ciudad de Berlín. Berlín se resiste a desaparecer de nuestra Literatura Atlántica. Berlín es un destino que echó raíces en nuestros exiliados del Romanticismo y desde entonces no ha cesado de gritarnos. Cuando el primer gran poeta del Bierzo se posó sobre Berlín, hace este otoño ciento setenta años, comenzaron a echar humo todas sus locomotoras. Y allá en Berlín gravitan aún los restos líricos de Enrique Gil y Carrasco. Fue Berlín el último nombre propio que el Bardo de la Niebla en su Diario nos dejó escrito: “Mañana saldré para Berlín, término de mi viaje”. Y de las nieblas tuberculosas de aquel Berlín prusiano quedó prendido su poema último una mañana de febrero de 1846...


       Celebremos, pues, la aparición de Berlín no se acaba en un círculo, poemario extraído a cielo abierto septentrional por la enormísima poeta de la República de Almendros que es Sara R. Gallardo. Sara se posó una buena noche en Berlín y se abrieron al sol todas las arterias de sus bosques. Y comenzaron a crecerle versos como jadeos de bestia en jungla, poemas que se arrastran hasta estallar en pronombres cósmicos: “Yo vivía enfrente de una reserva natural./De la mano de un hombre me interné en el bosque/ una mañana de febrero./Nos perdimos/el hombre y el niño./ Y el bosque era inmenso y oscuro./ Y el bosque era yo.”


      A las brumas del río Spree, al sexo y a la soledad y al vacío de Berlín les fue arrancando Sara palabras/dardos como pájaros jodidos de un ala que se clavarán en el cajón de nuestras interrogaciones... Por Berlín no se acaba en un círculo corre la más serena y subversiva sangre lírica de Sara... No sabría deciros qué animal es la poesía de su Berlín. A lo mejor lo adivinamos este sábado: a las seis de la tarde, si podéis, pasaos por el café Termita, un café lleno de música y artilugios neovanguardistas en el Unter den Linden de Ponferrada...


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