Fue
proletario y aún toca el acordeón. Creo que la historia de este viejo narrador
podría revelarnos lo que es una república por dentro. ¿Qué habrá detrás de los
agujeros negros de su alma? La primera verdad que me cuenta es que su abuelo
materno se arrimó a los anarquistas de Durruti cuando la Segunda República por hambre. En la provincia de León había muchos anarquistas. Y entonces se
pasaba mucha hambre.
Se rasca el bigote y se ríe el viejo narrador. Le están
pasando por los ojos los muslos de una grandísima mujer, una mujer como una
ciudad creciente que era feminista y poeta y acabó largándose a París... ¡Y se
jodió! Uno no aprende nunca. Conserva todavía algunos libros de poesía que le
regalaba.
No quiere el
viejo hablar de la coronación del rey Felipe. En realidad lo que le duele es el
ruido, ese ruido del pasado que... Pero anímese, viejo, que no está viviendo
aún en el exilio. ¡No me diga que conoció a Picasso en la ciudad francesa de
Arlés! ¿Viendo una corrida de toros? Sí, había entonces muchos republicanos
españoles esparcidos por el sur de Francia. No hay nada como el sol español, voceaba
don Pablo Picasso. Y que muy pronto se desplomaría el reinado de Francisco
Franco. Porque según él Franco era un rey disfrazado de caudillo, un rey cuasifascista
que... “¡Abajo la monarquía española!”, gritaban con él aquellos valientes comunistas
que entraban clandestinamente con peluca en España...
No, no le
tienta al viejo parlamentar sobre la coronación del rey Felipe. ¿Y si se
produjera un atentado contra el rey y ahí muriera? Una pesadilla le galopa de
tarde en tarde por la frente. Una pesadilla tan grande como una fosa común. ¿Y
por qué no ha tenido cojones para denunciarla? ¿Dónde ese maldito osario? Se le
marchitó la amapola de la venganza al viejo narrador. ¿Se le quemaron también
las memorias donde le crujían las ilusiones revolucionarias? Así que la última
verdad que puede aún contarme es que los viejos narradores como él han acabado
todos abdicando, abdicando de su derecho a soñar con un país sin telarañas y
sepulturas clandestinas, abdicando de su ideología fermentada por un sol español
de color republicano...
Fue
proletario, fue un exiliado durante el reinado de Franco, conoció al genio de Picasso
en una corrida de toros... y aún toca el acordeón. Vale, viejo. Y su casa es un
rincón donde hasta el polvo se ha desilusionado. ¿No creéis que la historia de
este viejo narrador podría revelarnos lo que era una república por dentro?
No hay comentarios:
Publicar un comentario