Cuentistas, narradores y lectores cómplices de
medio mundo vienen celebrando desde el inicio del otoño la publicación de Todos
los cuentos de Antonio Pereira. A estas alturas de su muerte y resurrección,
todos aclaman al fabulador de Villafranca del Sueño como uno de los mejores cuentistas
de la literatura contemporánea occidental.
Pero me
atrevo a afirmar, amigos míos, que entre aquellos que más admiración están
manifestando por sus cuentos despuntan los narradores y lectores de las
repúblicas del Noroeste Atlántico. En sus círculos mercantiles y ateneos
obreros, en sus tabernas, casinos y cafés literarios sabemos que están honrando
durante estas últimas semanas la bonhomía y el arte de Pereira leyendo en voz
alta, desde la hora del atardecer hasta más allá de la medianoche, algunos de
los más de doscientos cuentos que en vida nos dejó escritos.
Todavía el
penúltimo sábado de noviembre los Inventores de Relatos Post-Artúricos de la
República de Camelot solicitaban a su embajador en nuestra República de
Almendros el envío de un barco de mil ejemplares de Todos los cuentos, con el
fin de que fuesen repartidos y saboreados por esas villas y ciudades legendarias
que desde hace más de siete siglos baña el mítico mar Céltico...
Y hago constar aquí que, en pago del bellísimo tesoro regalado, los Cuentistas Transvanguardistas de la República de Swansea -recién incorporada a la Unión de Repúblicas del Noroeste Atlántico- nos comunicaban ayer que han fletado con destino a la bahía del Pajariel un barco cargado de cuentos compuestos en idioma galés por su compatriota Dylan Thomas.
Y hago constar aquí que, en pago del bellísimo tesoro regalado, los Cuentistas Transvanguardistas de la República de Swansea -recién incorporada a la Unión de Repúblicas del Noroeste Atlántico- nos comunicaban ayer que han fletado con destino a la bahía del Pajariel un barco cargado de cuentos compuestos en idioma galés por su compatriota Dylan Thomas.
Y al
gaélico escocés han traducido ya los Bardos de la República de las Brumas Rojas,
patria del compositor de La isla del tesoro, más de treinta narraciones de
Pereira. Y que es “Stevenson en Sepúlveda” uno de los cuentos que más les ha
cautivado: “¡Qué emoción, compañeros, al escuchar que el viajero visionario de
Villafranca se hospedara una noche en una habitación dedicada toda ella a
Stevenson, con un retrato suyo y un mapa de Samoa y unos grabados de la isla de
Upolu y su gente nativa colgados de la pared! Cuenta esa historia el maestro
como quien cuenta la mística nieve y la música polar que se derrama sobre nuestras
tierras en los amaneceres del invierno.”
No se
cansan los Fiandeiros de la República de Olleir de gozar, al amor de las lumbres
nocturnas, del erotismo candoroso pero incendiario de cuentos como “Casa de
niñas en Acapulco” o “La espalda de Elisa”. Y aseguran los Fabuladores
Cunqueirianos de la República de la Terra Chá que después de escuchar “El toque de
obispo” les brinca en el corazón el solcillo radiante de un recuerdo de
juventud, y ahí se quedan embelesados hasta que los despierta el pitido del tren
de Mondoñedo.
La
República de Erín, la República de la Sidra, la República das Xoubas, la República de Astérix, todas
las repúblicas del Noroeste Atlántico esperan recibir como nieve de diciembre
los últimos relatos que Antonio Pereira haya escrito después de muerto. Y que estarán
de espíritu presente en la presentación de Todos los cuentos que tendrá lugar
mañana viernes a las ocho de la tarde en la ciudad del Sil.
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