Por algo tiene que ser que nuestros ríos estén saliéndose de
madre. No se desbordan los ríos gratuitamente.
El
Bernesga, el Torío, el Órbigo, el Sil... esos ríos construidos con etimologías
subversivas.
Un río es
ideología empapada de literatura dura. Y un río salido de madre amenaza la
arqueología del paisaje y las conciencias.
Se palpa su
violencia en las tabernas, en los talleres, en las calles de tu barrio... Se
precipitan como lobos contra esta tierra anestesiada, se arrastran salvajemente
reclamándonos más cojones y más vergüenza.
Escucho sus
aullidos proletarios, sus crepitaciones de robles absolutos, sus estruendos de
vencejos anarquistas, y se me pone la piel de río en guerra.
Por algo
tiene que ser que nuestros ríos estén saliéndose de madre.
Yo no he
perdido aún la fe en la revolución de las corrientes. Los ríos como trenes
desbocados escupiendo sus espumas negras contra los mangantes, petardistas,
estafadores, toda esta ralea que nos engaña y desgobierna.
Por algo,
digo una vez más, siempre por algo tiene que ser que nuestros ríos estén hoy salidísimos de madre.
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