DADAÍSTAS Y ANACORETAS

     Arrimado al ventanal del café –por donde pasan ahora los caballitos rojos de la bahía—, escribo esta tarde entre la nostalgia del Cabaret Voltaire –Ginebra, 1916—, el temor al Día del Orgullo Zombi –-4 de febrero, George Andrew Romero, ‘La noche de los muertos vivientes’ 1968 y todo aquello— y el eco de las plegarias que descienden hasta esta mesa desde los valles monacales del Silencio.


    Detente, pues, compañero: recuerda a aquellos tigres que crecieron contra los fangos de la Primera Guerra Mundial, los artistas/antiartistas de Dadá –los energúmenos Tristan Tzara, Hugo Ball, Marcel Janco y la rumanísima madre que parió a toda aquella tropa de punkis antibelicistas, eremitas armados de poemas cacofónicos contra la música de la muerte...


    Y escucha el abrazo de nuestros amadísimos Hermanos en la Soledad Astral del Noroeste, los Artistas de la Tebaida Berciana, a quienes todavía ningún cortesano de la Junta de Castilla y León (ni falta que hace) ni imputado de la Diputación o alguacil del Ayuntamiento de Ponferrada ha preguntado si desean que su místico Valle del Silencio y el pueblo y la iglesia de Peñalba y todos los animales y vegetales que por ahí medran y pululan sean declarados Patrimonio de la Humanidad.

    ¿Ignoran los Zombis que las flores dadaístas están hechas del material con que se construyen los Poemas del Absurdo? NO deberían.


    Habría que seguir reivindicando la osadía del Movimiento Dadaísta y no solo la Inmovbilidad ‘Selfigráfica’ de los Últimos Zombis.

    Mientras los Ácratas del Arte siguen sembrando de nubes y estrellas los pantalones de todos los anarquistas del mundo, los ideólogos-burócratas de turno hispánico escriben a favor y en contra de la candidatura del pezsocialista Pedro Sánchez, qué castración de pensamiento.

   ¿Ignoraban los Dadaístas que por debajo de los discursos políticamente correctos siguen las luchas de clases? NO.


       Ellos fueron los Anacoretas de la Revolución del Silencio –Silencio del Lienzo en Blanco—, del Grito Antilógico y el Baladro Surresistencialista contra todas las guerras del planeta.

    Donde esté un Anacoreta/Dadaísta que se quite un Militante Zombi (por no emplear otra palabra más bruta). ¿Cuántos zombis habitan realmente en mi país?


   In memoriam Egeria la monja, san Valerio, san Genadio y san Fructuoso: las cuatro Majestuosas Masas Místicas que aún iluminan la Tebaida Berciana. ¿En verdad suspiran ellos por que su Paraíso sea declarado Patrimonio de la Humanidad? NO LO CREO.

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